Metamorfosis silenciosa

La forma se manifiesta espacialmente a través de un prisma que inscribe proporciones áureas, alcanzadas luego de transitar por el gratificante conflicto de pretender el hallazgo de las dimensiones óptimas para este espacio. Cada sistema de cuatro módulos corresponde a un rectángulo áureo y cada cara del prisma enmarca nuevamente esa proporción, de esa forma se estructura espacialmente la trama geométrica.
La incertidumbre acerca del modo de vinculación del contexto, a través de los subsistemas de cerramiento, es develada por el empleo controlado de elementos del tipo fijos portantes, por un lado, y de iluminación y ventilación, por otro. Éstos últimos son interlocutores estáticos y desplazables, dependiendo de lo que cada uno de los espacios de la unidad ofrezca como comunicación con el entorno.
El sistema de cerramiento exterior opera como elemento de control solar, además de ser un dispositivo de seguridad, éste provoca un cambio de forma del prisma al proyectarse hacia los confines del solar o confiere un rostro hermético al retraerse, aún así, por su trama permeable, ofrece una percepción desde el interior y esboza siluetas insinuando la conformación espacial desde el exterior.
Los sistemas de cerramientos en su total apertura permiten extender las visuales hacia los límites del predio y, su ubicación en planta, habilita el cruce de visuales atravesando el volumen, intentando desmaterializar los límites y amalgamar exterior e interior. Ésta situación se verifica en ambos niveles, en el plano elevado diferencialmente al paralelo a la línea de tierra, las perspectivas del entorno se proyectan hacia el infinito.
El prisma que conforma ésta unidad, al igual que un organismo, se abre y se cierra con sus diferentes elementos que silenciosos evocan una austera conexión con la naturaleza.